jueves, 29 de agosto de 2013

El amor y la guerra



Dos palabras, dos conceptos que encierran los pilares sobre los que se ha edificado la especie humana. Un mar de literatura existe respecto del tema, en muchos casos escrito por aquellos que nunca lo han conocido. Catalogadas como ciencias por algunos, objeto de innumerables tratados, discursos y reflexiones filosóficas; cúmulos de sentimientos que sacan lo mejor y lo peor de las personas. Fenómenos tan viejos como nuestros orígenes, posiblemente los oficios más antiguos del mundo se ligan a las visiones más radicales de los mismos: la puta y el soldado, el blanco y  el negro, los extremos.

Si bien el contrario del amor sería el odio y de la guerra sería la paz, no porque haya paz debe haber amor y que se porque exista odio debe producirse la guerra. Benito Pérez Galdós decía ¿Por qué si el amor es lo contrario a la guerra es una guerra en sí? Todo es bastante más complicado que ese sencillo amago interpretativo y explicativo que intenta ser el invento humano del lenguaje y la escritura. El de poner vallas al campo. Explicar lo inexplicable e intentar abarcar lo inabarcable. Todo ello dentro de un ciclo, una rueda, una sucesión de acontecimientos que se ha producido, se producen, se producirán y se repetirán hasta el fin de los tiempos. Como una pescadilla que se muerde la cola donde acaba uno comienza el otro.

El hombre es el único animal que tropieza, no tres veces como dicen sino muchas más, con la misma piedra. Los mayores avances de nuestra historia se han hecho a la sombra de estos dos gigantes. Cosas muy malas y destructivas como genocidios, violaciones, mutilaciones y muchos crímenes innombrables más; y cosas muy buenas como el afecto, la bondad y la solidaridad. Todo a su vez íntimamente ligado a los macro conceptos del bien y del mal, que no hace falta describirlos más allá de la percepción que siente cualquier mente sana sobre sus actos, como para poder analizar, estudiar, razonar y buscar que está bien o mal.

¿Y las artes? En arquitectura lo mismo ves el Taj Mahal en Agra que el Fuerte Rojo en Delhi, ¿literatura? el kamasutra por allí y el Epitoma rei militaris por allá ¿y en pintura? Cojamos a Don Diego Velázquez, que lo mismo pintaba La rendición de Breda que la Venus del espejo. Hay ejemplos ad infinitum pero lo cierto es ¿cuál es el fin último de la guerra? Diré el poder, para agilizar las cosas (y por todo lo que ello engloba) bajo la idea de lo mío sobre lo tuyo. Da igual si se le da un tinte religioso o comercial, pero al fin y al cabo es lo mío sobre lo tuyo ¿y por qué? Por el amor hacia lo que es de uno, aunque sea uno mismo ¿miedo quizás? ¿El afán destructivo va de la mano de lo creativo? ¿Y cuál es el fin último del amor? 

Hay que dejar al margen los contrarios de la vida y la muerte, que es el todo, existir y no existir y  resumir todo a esto sería absurdo. Todo vale en el amor y en la guerra. Y alguno pensará, ya esta uno jugando a soltar un par de parrafadas para hacerse el inteligente, el gafapastas. Por eso, antes de divagar más corto y cierro.

Miguel Hernández decía:

Tristes guerras si no es amor la empresa. Tristes, tristes.
Tristes armas si no son las palabras. Tristes, tristes.
Tristes hombres si no mueren de amores. Tristes, tristes."

Analiza, estudia, razona y busca que está bien o mal


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